Chateaubriand, por ejemplo, prefiere escribir una epopeya en prosa poética Los mártires (1809) a aventurarse en la forma todavía rígida de la poesía.
Aloysius Bertrand utiliza la forma de la balada medieval para evocar escenas oníricas o fantásticas en prosa, privilegiando las impresiones al relato.
Es a este autor al que se considera el verdadero iniciador del género, aunque algunos críticos del siglo XIX dieran la preferencia a Maurice de Guérin.
Mallarmé contribuye, al igual que el Rimbaud de las Iluminaciones, Tristan Corbière o Charles Cros, entre otros.
No cabe duda de que este género preparó el terreno para la emergencia del verso libre.