Según la tradición legendaria, el convento demolido debía su nombre a un oscuro incidente ocurrido en 1630.
Ese año, la Inquisición recibió una denuncia sobre una familia de judíos portugueses que había llegado a Madrid y se había establecido en una casa alquilada en la esquina de las que más tarde figurarán en los callejeros como calle de las Infantas y calle de San Bartolomé, donde habían abierto una mercería.
[2] El convento, que quedó muy dañado durante las Guerras Napoleónicas, fue desamortizado en 1836 y derribado al año siguiente.
[6] En el solar se construyeron dos edificios de viviendas y se abrió una plaza, que recibió el nombre de plaza de Bilbao, en honor a la victoria del bando liberal de Isabel II sobre los carlistas en Vizcaya y del levantamiento del sitio al que estuvo sometida la capital vizcaína.
[7] También ha quedado noticia de que a finales del siglo XIX se encontraba en esta plaza la embajada otomana.