Técnicamente permiten un colorido brillante[3] y un buen tratamiento del detalle; pues, al tener una superficie lisa y no absorbente, resulta una pigmentación intensa, con colores muy saturados, necesitándose muy poca cantidad de materia pictórica para obtener el efecto deseado.
[5] Se han usado también con la misma finalidad otro tipo de láminas metálicas, como la plata y, a partir del siglo XIX, el zinc.
[9] Pintores como Jan Brueghel el Viejo, El Greco, Guido Reni, Guercino, Rembrandt, Carlo Saraceni, Ambrosius Bosschaert II, Copley Fielding y Claude Joseph Vernet pintaron sobre cobre.
[10][11][12][13] Se ha señalado que la técnica de pintura sobre cobre resultó en un mayor craquelado a partir del siglo XVIII, mientras que tal como la realizaron los pintores de los siglos XVI y XVII las grietas son minúsculas, solo visibles con lupa o microscopio estereoscópico.
[18] Los viejos maestros preparaban una lámina o panel de cobre comenzando por frotar su superficie con un abrasivo (como la piedra pómez).
Una vez seca, la lámina o panel de cobre estaba lista para recibir las pinceladas del pintor.
La pátina resultante o cardenillo (verdigris) incluye el oscurecimiento del metal, tonos verdes y azules, dependiendo de la solución química utilizada.