Piers Gaveston

Causó una buena impresión en el rey Eduardo I, quien lo asignó a la casa de su hijo.

Aunque a Eduardo I de Inglaterra le gustaba Gaveston, desaprobaba la relación que se había establecido entre este y el príncipe, al considerar que la diferencia de rango era demasiado grande.

Y cuando, en plena campaña de Escocia de 1306, Gaveston y otros veintiún caballeros, incluyendo Roger Mortimer, abandonaron las filas inglesas para presentarse a un torneo en Francia, el monarca inglés desató su ira.

Furioso, Eduardo I incautó las propiedades de todos los desertores, ordenó su arresto y los declaró traidores.

Su repulsa hacia Gaveston y la amistad que tenía con Eduardo se iba incrementado progresivamente.

¡Como que vive Dios, si no fuera por el temor a Dios y porque dijiste al comienzo que desempeñabas este trabajo contra tu voluntad, no escaparías de mis manos!».

¡Vive Dios que si no temes destrozar el Reino, nunca disfrutarás tu herencia!

Esta decisión parece haber sido tomada más para castigar al Príncipe Eduardo que a Gaveston; la conducta de este último había sido irreprochable y el rey le concedió una pensión mientras estuviera desterrado.

Gaveston partió entonces hacia Francia, con las bodegas repletas de regalos del príncipe.

El propio Gaveston no hizo ningún movimiento durante su breve regencia de dos semanas.

Una vez en Irlanda, Gaveston tuvo varios enfrentamientos con Roger Mortimer, que se encontraba en aquellos momentos en la isla.

Eduardo se dirigió hacia el sur para organizar un ejército, dejando a Gaveston en Scarborough.

Lancaster envió inmediatamente su ejército contra Gaveston para tratar de aislarle del rey.

Vista del castillo Warwick desde la Iglesia de St. Mary
La cabeza de Gaveston mostrada al conde de Lancaster. James William Edmund Doyle (1864).