Warwick secuestró a Gaveston y, junto con el II conde de Lancaster, le hizo ejecutar.
[4] William de Beauchamp fue un comandante militar competente, que jugó un papel destacado en las guerras galesas y escocesas del rey Eduardo I.
[5] Al año siguiente firmó una carta dirigida al papa en la que se negaba la autoridad de Roma sobre la cuestión escocesa, y también participó en las negociaciones con los franceses para la liberación del rey escocés John Balliol.
[8] En marzo de 1307 se preparó para acompañar al príncipe Eduardo a Francia, aunque este viaje nunca tuvo lugar.
Warwick fue uno de los condes principales que no firmaron la carta, y desde el principio adoptó una actitud antagonista hacia Eduardo.
Gaveston fue obligado a exiliarse una vez más, pero Eduardo le recuperó en menos de un año.
Durante ese tiempo, el rey había estado reuniendo apoyos, y el único que se resistía al retorno de Gaveston era Warwick.
[19] Thomas de Lancaster, que era heredero y yerno de Lincoln, era primo del rey y el noble más rico del reino, pero en esta época desempeñó un papel menos activo en la reforma.
[26] Aquí, en presencia de Warwick, Lancaster y otros poderosos, Gaveston fue sentenciado a muerte en un tribunal improvisado.
A partir de este momento, Pembroke se alineó con el rey en relación con el conflicto político.
[30][31] En octubre se alcanzó un acuerdo, por el que los barones rebeldes y sus seguidores recibían el perdón real.
[32] No obstante, el rey salió fortalecido de los acontecimientos, mientras que Warwick y Lancaster quedaron marginados.
[33] Esto cambió completamente en 1314, cuando el rey decidió llevar a cabo su primera campaña importante contra los escoceses.
El cronista Thomas Walsingham informa de rumores sobre que el rey había hecho envenenar a Warwick.
[36] Fue enterrado en Bordesley Abbey en Worcestershire, institución de la que su familia había sido benefactora.
Su biblioteca, de la que donó 42 libros a Bordesley Abbey durante su vida, era extensa.
Contenía varias vidas de santos así como romances sobre Alejandro Magno y el rey Arturo.
[41] Las crónicas también alabaron la sabiduría de Warwick; la Vita Edwardi Secundi dice que "Otros condes hicieron muchas cosas sólo después de tomar su opinión: en sabiduría y consejo no tenía par".