En 2001, Huyghe representó a Francia en la Bienal de Venecia, ganando un premio especial del jurado.
Tras los elaborados experimentos tecnológicos llevados a cabo por este artista francés hay una preocupación fundamental por los enigmas que despiertan la imaginación.
Su sensibilidad, al menos en algunas de sus obras, se encuentra más próxima al simbolista Maurice Maeterlinck quien, según Kandinsky, creó una atmósfera de fuerzas invisibles y sombrías.
Huyghe dice que su obra está basada en unos proyectos arquitectónicos de la década de los 70 que “terminaron siendo un fracaso arquitectónico y social”.
El espectador puede advertir fácilmente, prescindiendo del comentario social implícito en la explicación de Huyghe, que hay un mensaje enormemente triste, así como algo misterioso que no requiere de las famosas explicaciones académicas.