[4] El pie de atleta es más frecuente en hombres que en mujeres y se ve tanto en niños como en adultos.
El contagio es por transmisión directa de persona a persona, así como de superficies húmedas donde el hongo persiste por meses, tales como piscinas, baños, duchas, toallas, alfombras, en cuarteles, colegios, saunas, hoteles y gimnasios.
Entre los muchos fármacos utilizados para el pie de atleta se pueden destacar los derivados del imidazol (econazol, miconazol, ketoconazol, entre otros), ciclopirox, tolnaftato o terbinafina.
Aquellos que desarrollan hipersensibilidad retardada al dermatofito terminan curándose por sí solos.
En cambio, los que tienen una respuesta inmediata del tipo IgE pueden requerir tratamiento más detallado y extenso.