Perseverancia de las creencias

[1]​ Slusher y Anderson (1989) señalan que, una vez establecidas, comúnmente las creencias son «excesivamente» reticentes al cambio.

[5]​ En ese estudio, los autores solicitaron a un grupo de personas distinguir entre notas suicidas verdaderas y falsas.

Finalmente, a la mitad de los sujetos se les explicó que las observaciones eran falsas.

[10]​ En este sentido, Guenther y Alicke (2008) aclaran: «alguien que tiene éxito o fracasa imagina diferentes factores causales que podrían haber ocasionado tal resultado y cuando las observaciones iniciales son desacreditadas, estas nuevas inferencias causales afectan inadvertidamente las atribuciones del individuo».

En el último experimento[12]​ en esta serie, cada uno de los 19 sujetos tenía un doctorado en una ciencia natural, trabajaba como investigador o profesor en una de dos universidades prominentes, y llevó a cabo una segunda comparación entre los dos volúmenes con una esfera más grande.

Primeramente, una motivación social, pues el individuo podría pensar que cambiar de opinión es mal visto por otros y, por lo tanto, al mantenerse en su posición da muestras de integridad y confianza.

Por otro lado, se propone la confusión: «en la relación entre creencias» —específicamente «la falsa idea de que una creencia es una prueba esencial de otra [creencia]»— y entre dos objetivos —«crear una defensa (unilateral) para convencer a alguien más (o a sí mismo) de una posición que ya se "sabe" verdadera; y descubrir qué posición debería sostenerse»—.