En comportamiento humano, el negacionismo es exhibido por individuos que eligen negar la realidad para evadir una verdad incómoda.
[1] De acuerdo al autor Paul O'Shea, «es el rechazo a aceptar una realidad empíricamente verificable.
[3] En ciencia ha sido definido como el rechazo de conceptos básicos, aceptados y fuertemente apoyados por la evidencia que forman parte del consenso científico en determinada área en favor de ideas que son radicales y controvertidas.
[17] Similarmente, en un ensayo que discute la importancia del escepticismo, Clive James objetó el uso de negacionista para describir a escépticos del cambio climático, afirmando que esto «recuerda al espectáculo de un fanático negando el Holocausto».
Escribió: "Una acusación de 'negación' es seria, pues implica ya sea deshonestidad deliberada o autoengaño.
La cosa negada es, por inferencia, tan obviamente cierta que el negador debe actuar motivado por la perversidad, malicia o ceguera obstinada".
Si es que los negacionistas reconocen el sida como una enfermedad real, lo atribuyen a alguna combinación de conducta sexual, drogas recreativas, desnutrición, mala higiene, hemofilia o efectos de los fármacos utilizados para tratar la infección del VIH (antirretrovirales).
[78][79][80] Muchos de los que niegan, descartan o dudan injustificadamente del consenso científico sobre el calentamiento global antropogénico se autodenominan "escépticos del cambio climático",[81][79] lo cual, según han señalado varios científicos, es una descripción inexacta.
[89] La campaña para socavar la confianza del público en la ciencia del clima ha sido descrita como una "máquina de negación" organizada por intereses industriales, políticos e ideológicos, y apoyada por medios de comunicación conservadores y blogueros escépticos para fabricar la incertidumbre sobre el calentamiento global.
[93][94][89] Quienes promueven el negacionismo suelen utilizar tácticas retóricas para dar la apariencia de una controversia científica donde no la hay.
[95][96] Las campañas organizadas para socavar la confianza del público en la ciencia del clima están asociadas a políticas económicas conservadoras y respaldadas por intereses industriales que se oponen a la regulación de las emisiones de CO2.