Existen diferentes teorías sobre el origen de estos perros precolombinos (con excepción del crestado Chino, criado a partir de los peruanos por Ida Garrett y Debra Woods en los Estados Unidos,[5] en la primera mitad del siglo veinte).A España no le interesaban estas criaturas sin pelo salvo como curiosidad, ocasionalmente presentada en las cortes europeas.Estos perros probablemente evolucionaron en las regiones de alta montaña, suposición que se basa en su estructura mejor adaptada al frío y reducido oxígeno atmosférico.En épocas coloniales y bien avanzado el siglo XX, los Pilas fueron tenidos en alta estima por los aborígenes, la clase media y campesinos criollos del noroeste argentino, que les dieron este apelativo empleando el término coloquial para sin pelo o desnudo.[9] Se los apreciaba por su piel caliente, utilizándolos para entibiar las camas y como almohadillas terapéuticas, especialmente para los ancianos que sufrían de reumatismo (en tal caso se les llamaba en varias ciudades rioplatenses hasta mediados del siglo XIX "calientapies" ya que durante los días fríos ellos se calentaban arrimándose a los pies de sus dueños sentados tal cual lo atestigua Lucio V.[10] También se los apreciaba como guardianes por su carácter siempre alerta a cualquier movimiento o ruido inusual en su entorno.Las orejas del Pila Argentino no son tan grandes como las de sus parientes peruano y mexicano.En algunos escasos individuos puede haber una apenas perceptible pelusa con ocasionales pelos más largos en el dorso.