Se le ha descrito como de estilo frágil, sensual y como gran torero.
Se dice que de su rivalidad taurina con el rondeño Pedro no salió siempre muy bien parado.
El golpe de caída le hizo perder el sentido, la contusión fue suficiente para evitar que esquivara o se cubriese al menos de mayor daño del toro.
Entretanto, en el resto de la arena se volcaban a terminar con el astado, moribundo también.
Hubo además otros testigos presenciales ilustres, como la propia reina María Luisa, que dejó un impresionante testimonio del hecho en una carta enviada a Manuel Godoy.