Pedro de Grimarest

Se distinguió al año siguiente durante el sitio que a dicha plaza pusieron los moros.

[1]​ Tomó después activa parte en la guerra contra la República francesa, operando por Navarra, Guipúzcoa y Aragón, con el destino de Ayudante Mayor General.

Cubrió después la retirada del Ejército español a la provincia de Cuenca.

En Alhama salvó de una derrota a las tropas que mandaba el General Francisco Venegas; y se distinguió en Santa Cruz de la Zarza, donde se le dispersó la División que iba mandando; pero de la cual pudo reunir (casi sin municiones) unos 800 hombres.

[5]​ Hallándose luego Grimarest en Cuenca, en enero de 1809 le ordenó el Duque del Infantado que relevase al General Venegas, que mandaba la vanguardia.

Ya le encontró derrotado antes de llegar a Uclés, pero se detuvo allí hasta el día siguiente para recoger dispersos, logrando así salvar unos 200 infantes y 400 caballos con cuya fuerza se incorporó en Chinchilla al grueso del Ejército, con el que pasó a la Mancha y del que fue nombrado Mayor General de la Infantería y Caballería.

Cuando en enero de 1810 rompieron, al fin, los franceses las líneas españolas por Sierra Morena, el General Grimarest pidió en vano que se le permitiera adelantarse a hacerles frente, y aunque se le dejó en Écija con sólo unos sesenta hombres (escasos de municiones), con ellos y con otros tantos caballos que pudo reunir se volvió a distinguir entreteniendo al General francés Víctor durante tres días, con lo cual dio lugar a que el Ejército español del Duque de Albuquerque llegase antes que su enemigo a la Isla de León.

Allí consiguió, en breve, apaciguar el estado de agitación en que se hallaba el país, y evitó una peligrosa ruptura con los argelinos.

El general Castaños, Capitán General de Cataluña, es destituido y al proclamarse la Constitución de Cádiz, evitó que la jurase la tropa que tenía a sus órdenes en aquella fortaleza, por lo que fue destituido e incluso se atentó contra su vida.

Consiguió fugarse, emigró a Francia y volvió luego a España con el Ejército aliado —los llamados Cien Mil Hijos de San Luis— que mandaba el Príncipe de Angulema.