Pedro de Zúñiga y Velasco

Era un joven de ingenio agudo, enérgico, amable y cariñoso.Sobresalió por su amor al estudio, a la oración y su ardiente celo por la salvación de las ánimas.Pedro resolvió sumarse a tan sagrada misión.Pedro resolvió volver a Manila, donde entró en mayo de 1619.Saliendo de Formosa para continuar el viaje, fueron cautivados por corsarios ingleses, quienes los entregaron a los holandeses.[15]​ El cautiverio holandés duró 16 meses, enjaulados en oscura cárcel y padeciendo muchos tormentos, hasta que viéndose confrontados con testigos y convencidos de su fracaso, confesaron ser sacerdotes que iban a predicar la fe cristiana contra las órdenes del emperador japonés.[18]​[19]​ La relación de este célebre martirio escrito por fray Bartolomé Gutiérrez, mártir del Japón, testigo de los acontecimientos, la reproduce Sicardo en su obra Cristiandad del Japón.Perseguido por los japoneses, salió de allí y fue a la ciudad de Macao llevando consigo el santo cuerpo quemado y la columna donde fue amarrado, teniéndolo en veneración.Para mayor veneración se hizo de él una cruz que se pone en el Altar Mayor los días solemnes, guarnecida, adornada y tiene por remate un águila imperial de plata, dentro su pecho esta el hueso de un dedo del santo mártir.