Pedro de Garibay

Luchó con valentía en el ataque al fuerte de Yaqueví, en La Española.

Llegó a Nueva España en 1764, como sargento mayor en una expedición bajo el mando del teniente general Juan de Villalba.

En la Nueva España participó en la organización e instrucción de milicias provinciales.

En ese momento ya viejo y enfermo, el virrey Miguel José de Azanza lo promovió a mariscal de campo, anticipándose a su retiro.

Su avanzada edad le valieron críticas de “viejo y decrépito”.

Al iniciarse el mes de octubre el virrey dirigió una proclama a los habitantes de Nueva España, donde pedía que se reforzaran las ayudas y aumentaran los socorros a la metrópoli en guerra contra los franceses.

La situación del país se hizo cada vez más conflictiva, por lo que, ante el desencanto generalizado y las protestas de los peninsulares, la Real Audiencia radicalizó su enfrentamiento con el virrey Garibay.

Por su parte, el obispo electo de Michoacán, Abad y Queipo, escribió informes a la Junta Central para solicitar que se reforzase la capacidad militar del virreinato y un cambio de política.

Desde Sevilla, sin embargo, se entendió que lo más cuerdo era conferir este cargo al arzobispo de México, Francisco Javier de Lizana y Beaumont.

Retrato anónimo del virrey Garibay en el Palacio del Ayuntamiento de la Ciudad de México .
Alegoría de la entronización de Fernando VII producida en San Cristóbal Ecatepec en 1808, encontrada en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec , Ciudad de México .