[1] En las décadas previas a la Guerra Civil la carencia de un verdadero Plan Urbanístico capaz de organizar la emergente metrópoli madrileña se hizo evidente, dando lugar a un concurso convocado por el ayuntamiento en 1929 en el que destacó, aunque no fue premiada la propuesta del arquitecto y urbanista Secundino Zuazo con Hermann Jansen.
[6][2] Es difícil valorar, desde la perspectiva actual, las dificultades e incertidumbre en las que hubieron de desarrollarse estos trabajos seminales.
Queda su fruto: la apuesta por una geografía voluntaria que oponer a la improvisación o a la desidia; la irrenunciable necesidad de abordar los problemas del Gran Madrid en su conjunto (más allá de los límites administrativos municipales) y las pautas organizativas de la reconstrucción de Madrid hasta que las políticas sectoriales primero y la explosión metropolitana más tarde, acabaran con las ilusiones depositadas en la ciudad orgánica.
Pedro Bidagor permaneció en la capital durante todo el asedio franquista, aceptando la protección de la CNT, y a la vez perfilando junto a otros colegas la futura reconstrucción y urbanización de Madrid.
Frente al sector falangista que dominaba las Direcciones Generales del Ministerio de Gobernación, que aspiraba a reflejar en el entramado urbano el pensamiento nacional-sindicalista, se oponía el bando conservador, que tenía especial presencia en el Ayuntamiento de Madrid.
Esta distribución clasista de los poblados satélites es contraria a las formulaciones falangistas, por lo que Muguruza no dudó en criticarlo, pues lo que debía lograrse era lo contrario de la división social.