En 1910, Ravel también publicó una versión orquestal para dos flautas, oboe, dos clarinetes (en si bemol), dos fagotes, dos trompa, arpa y cuerdas.[3] La alusión a estas referencias antiguas no significa que Ravel quisiera homenajear a alguna princesa histórica en particular, sino más bien expresar un entusiasmo nostálgico por la moda y la sensibilidad española[cita requerida] que el autor compartía con muchos de sus contemporáneos (sobre todo Debussy, de Séverac o el propio Albéniz) y que manifestó en otras obras, tales como la Rapsodia española y el Bolero.Tras una interpretación de Charles Oulmont, Ravel mencionó al pianista que la pieza se llamaba «Pavana para una infanta difunta», y no «Pavana difunta para una infanta».Simplemente me gustó como sonaban las palabras y así las escribí en la partitura, c'est tout [Eso es todo]».[5] El crítico Samuel Langford dijo tras oír el concierto que esta pieza era «la más bella» y añadió, «la pieza no representa en absoluto al compositor, cuyo medio habitual de expresión son sus elusivas armonías tejidas en rápidas figuras.
Pavana para una infanta difunta
, interpretada por Wasei Dúo.