Pascal Quignard

Además ha sido un indagador musical; violonchelista, fundador del Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versalles, que dirigió; también escribió el guion del film Tous les matins du monde.

Quignard entra en contacto con la revista L'Éphémère, animada por L.-R. des Forêts, Du Bouchet, Dupin, Picon, Bonnefoy, Michaux, Alain Veinstein, Klossowski, de quien se siente cercano.

Publica de inmediato varios ensayos, sobre Maurice Scève, Lycophron y Michel Deguy.

Fue un gesto de deserción total, que daría frutos literarios en los años sucesivos: Retórica especulativa, El odio a la música, Vida secreta (Vie secrète, 1998, que revela un giro en su escritura), o Terraza en Roma.

Fue sí en Les désarçonnés (Los desarzonados, 2012), que tomaba como motivo a ciertos descabalgados del arzón de su cabalgadura violentamente, que es una especie de metáfora variada sobre el golpe del destino.

En el tomo XI de esta secuencia, L'homme aux trois lettres, inicialmente retoma a su modo la pregunta "Qu'est-ce que la littérature?"

Declara el autor al comienzo del libro: «J'aime les livres.

Quignard se ha preocupado obsesivamente —no solo en El sexo y el espanto o La Nuit sexuelle— por las condiciones de nuestro prenacimiento, por las situaciones que conducen a la gestación de cada cual, que permanecen en la oscuridad.

[2]​ La religión, para Quignard, sería una especie de «enemigo interior», de cuya fascinación conviene huir hoy más que nunca al ser un juego muy peligroso, según añade, cuando se ve bien cómo las condiciones del totalitarismo perduran.

El verdadero designio no es acceder a una improbable realidad, sino quemarse lo más cerca de la luz".