Paradinas

Desde 1949 existe una leyenda que recorre el municipio acerca del espíritu de un joven labrador fallecido.

Según los lugareños suele ser visto en los caminos que conectan Paradinas con los municipios vecinos de Marazuela y Balisa.

Los restos de materiales más antiguos encontrados en Paradinas indica que el poblamiento del lugar pudo iniciarse durante la II edad de Hierro, probablemente en el siglo III a. C., sus pobladores pertenecientes a los pueblos celtas pudieron ser vacceos o arévacos.

Aunque una investigación más profunda quizás podría alejarnos en dos o tres siglos esta fecha; su situación y la bondad de su suelo para la agricultura y pastos nos hace pensar en los pueblos célticos de la II Edad del Hierro (probablemente vacceos) como los primeros pobladores del lugar de una forma permanente.

La romanización de esta zona, dejó en Paradinas su huella más significativa con los restos de una villa romana, datable entre los siglos III y IV d. C., típica del mundo bajoimperial; la importancia que debió tener, viene acreditada por los ricos mosaicos que decoraban sus suelo, algunos de los cuales aún permanecen enterrados.

La continuidad poblacional pervivió durante la etapa visigoda hasta su interrupción por la invasión musulmana en el primer tercio del siglo VIII.

La repoblación medieval de esta zona se inició a finales del siglo XI, debiéndose quizás a este momento el nombre del pueblo, Paradinas (del latín pares – parietis, pared), en referencia a los viejos edificios de origen romano, cuyas paredes estaban caídas.

Al frente de esta Junta Vecinal hay un alcalde pedáneo, elegido democráticamente por los paradinenses.

Según Colmenares, fue constructor del famoso puente llamado de Zuazo en Cádiz.

El Concejo viejo fue utilizado hasta la mitad del siglo XIX, posiblemente su construcción date del siglo XV; allí eran convocados los vecinos para decidir los asuntos municipales: «a campana tañida, como es uso y costumbre de nos ayuntarnos en este lugar».

Reuniones que durante los siglos XVIII o XIX se celebraban ordinariamente todos los viernes, con dos alcaldes y dos regidores elegidos anualmente por el mes de enero; al lado del Concejo hay un edificio del siglo XIX que perteneció al marqués de Castellanos, en el cual se guardaba el trigo y cebada perteneciente a las rentas de sus tierras en Paradinas, que por cierto eran muchas.

Situada a la entrada del pueblo viniendo desde Aragoneses; su existencia se conoce de forma documental desde el año 1865, existiendo en el Ayuntamiento un dibujo realizado en aquellas fechas por D. Pedro Hernández Useros, natural de Paradinas.

Es en el bajo Imperio Romano (desde mediados del siglo III) donde surgen con mayor profusión las denominadas villae, alcanzándose en el siglo IV su periodo de máximo esplendor, para posteriormente sufrir un declive imparable con la entrada de los pueblos germánicos.

El auge de las villae está proporcionado por el modelo económico-social del Bajo Imperio, definido en lo económico por la casi desaparición de los intercambios comerciales y la desmonetización y en lo social por la práctica simplificación en dos grupos, los possesores que son los grandes propietarios latifundistas, y los humiliores la gran mayoría, cuyas condiciones de vida empeoran inexorablemente.

Con este modelo, definido a grandes rasgos, las villas se convierten, en unidades económicas prácticamente autosuficientes, acentuándose así el proceso de ruralización del Bajo Imperio.

El fundus es administrado por el capataz – villicus -, y formando un caserío, generalmente disperso, se ven los hogares de los colonos; antaño pequeños propietarios agrícolas, estos colonos se acogen a la protección del señor.

Panorámica de Paradinas
Panorámica de Paradinas
Campos de trigo en Paradinas.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
El palacio de Paradinas.
El Cristo de Paradinas
El Mosaico de Paradinas.