El inglés y las lenguas romances frecuentemente se catalogan como lenguas de núcleo inicial (aunque en inglés el complemento adjetivo rompe esta regla).
El japonés, el quechua o el euskera son lenguas de núcleo final altamente consistentes.
Sin embargo, esta clasificación dicotómica simple a veces es de utilidad limitada, porque existen lenguas en las que la posición del núcleo depende del tipo de sintagma.
Por ejemplo muchas lenguas indoeuropeas antiguas son predominantemente del tipo objeto verbo, es decir, dentro del sintagma verbal tienden a colocar el verbo (núcleo) al final, sin embargo, en un sintagma preposicional el núcleo (preposición) va al principio.
Por esa razón, la tipología sólo funciona bien con lenguas con un orden relativamente fijo y consistente entre todos los tipos de morfemas.