Durante la Semana Santa, se hornea con un huevo entero en su interior para hacer las monas del Domingo de Resurrección.
[2][3] Tiene una estrecha relación con la toña murciana y alicantina, el panquemao valenciano y otros muchos homólogos de la región.
[4] Antiguamente, los panes dormidos se elaboraban de forma casera y luego se llevaban a hornear a los hornos comunales.
[4] La elaboración de este dulce típico lleva varias horas y se deja reposar una noche (de ahí su nombre).
Se deja «dormir» en un lugar cálido y al día siguiente se bolea y se deja reposar otra vez hasta que vuelva a «subir».