No está claro si alguna vez hubo un único cultivar judío distintivo, pero los dátiles cultivados en la región han tenido reputaciones distintivas durante milenios, y la palmera datilera era considerada antiguamente un símbolo de la región y su fertilidad.
En la antigüedad, las palmeras datileras se utilizaban por sus supuestas propiedades medicinales para curar muchas enfermedades e infecciones, promoviendo la longevidad y actuando como un afrodisíaco suave.
Plinio el Viejo, un naturalista romano del siglo I, escribió que los dátiles de Jericó eran conocidos por su suculencia y dulzura, aunque distinguió una variedad considerable de ellos y analizó varias variedades diferentes por su nombre.
En 2012, hubo planes tentativos para cruzar la palma macho con lo que se consideraba su pariente existente más cercano, el dátil Hayani de Egipto, para generar frutos en 2022; sin embargo, desde entonces han brotado dos palmas hembras de Judea.
En 2015, Matusalén había producido polen que se ha utilizado con éxito para polinizar palmeras datileras hembras.
Los dátiles cosechados están siendo objeto de estudios sobre sus propiedades y valores nutricionales.
El análisis filogenético muestra que, en comparación con otros tres cultivares de palmera datilera, las palmeras datileras de Judea están más estrechamente relacionadas con el cultivar Hayani, que se origina en Egipto, en comparación con los cultivares Medjool y Barhee.