Históricamente ha recibido diferentes nombres: Judea, Canaán, Tierra Santa, etcétera (aunque cada uno de ellos alude a realidades geográficas difusas y no estrictamente coincidentes).
Desde el año 721 a. C. (invasión asiria), se habían instalado allí emigrantes de origen asirio, quizás junto con otros israelitas, de tal forma que las diferentes etnias y creencias se habían mezclado, dando origen a un pueblo multiétnico.
[17] Ellos se consideraban fieles a la Ley, verdaderos israelitas, por ello la samaritana habla de "nuestro padre Jacob".
Se produce trigo aunque en pocas cantidades, pero sí bastantes aceitunas, uvas, dátiles, higos y legumbres.
Esta se comunica con Jerusalén, a través del desierto de Judá, por una ruta accidentada y peligrosa, propicia al bandidaje.
También consagran al Sumo Sacerdote mediante la entrega de los ornamentos sacerdotales (ocho piezas consideradas como sagradas).
No todos los ancianos eran iguales en su pensar y proceder, entre estos notables se encuentra José de Arimatea, rico hacendado (Mt. 27,57; Mc.
[Ref 26] Se guiaban por un libro entero para esto, el Levítico, sobre todo en los capítulos 11 al 16, que explica las reglas de pureza.
Hasta siete veces al día el fariseo piadoso hacía sus abluciones personales con agua y con oración.
En un principio los escribas eran un grupo laico pero, dada su apertura a nuevas interpretaciones, muchos de ellos eran también fariseos o saduceos.
Israel fue un Estado teocrático, un Estado en el que lo más importante fue la religión, cuyos dignatarios poseían máxima autoridad en la mayoría de los casos.
En todos los años que duró la construcción del Templo, no se interrumpió el culto en ningún momento.
El hostigamiento de los publicanos era molesto y también muy costoso, pues los recaudadores tenían que exigir una cantidad superior a la tarifa oficial si querían ganarse la vida.
Los romanos los llamaban "ladrones"[44] y los consideraban simples bandidos, escondidos en las montañas, que aprovechaban las circunstancias, sobre todo las festividades para sus labores.
En el aspecto socioeconómico, en tiempos de Jesús, había en Palestina estratos sociales opuestos: los ricos y los pobres.
Los ricos eran pocos en número, pero muy poderosos, conservadores en religión y también en política, generalmente pertenecían al grupo de los saduceos.
Este era un vasallo del emperador romano, que ni siquiera le otorgó el título de rey.
Los grandes comerciantes y terratenientes eran normalmente saduceos como los jefes sacerdotes, varios de ellos eran ancianos, miembros del Sanedrín.
Viendo el gentío, le dio lástima de ellos porque andaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor (Mt. 9,35-36).
Por sus hijos, en especial y sobre todo por los varones, es bendecida la mujer, ya que las mujeres no se consideraban a la altura de los hombres.
Solo se celebraba el culto en la sinagoga si había al menos diez hombres, no contaban las mujeres, por muchas que estuviesen presentes.
En la oración que los judíos del siglo I y siglo II d. C. hacían en la sinagoga, por tres veces el hombre judío agradece a Dios por el hecho de que no lo creara pagano, esclavo o mujer, poniendo énfasis en su privilegio religioso.
Bendito sea Dios que no me ha hecho pagano: porque todas las naciones son como nada ante él.
Sobre todo en las ciudades y en las familias más acomodadas, la mujer permanece en casa, en el gineceo (la parte destinada a las mujeres), y solo puede mostrarse en público con la cara tapada, cubierta con dos velos atados a la cabeza para que no se puedan distinguir los rasgos de su rostro.
Las mujeres eran consideradas "impuras" durante el tiempo de la menstruación y no se las podía tocar siquiera.
Jesús de Nazaret con su comportamiento en la vida diaria se alzó contra el sistema socio-religioso, dominante y opresivo para la mujer.
En el campo, a solas, conversa con una mujer samaritana, extranjera idólatra y maldita para todo judío fiel (Jn 4,4-42).
Le replicó ella: Cierto Señor, pero también los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
Letrados y fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio, la pusieron en medio y le preguntaron: Maestro, a esta mujer la han sorprendido en flagrante adulterio; la ley de Moisés nos manda apedrear a tales mujeres; ¿tú qué dices?.
Había allí una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu y andaba encorvada, sin poderse enderezar del todo.