Posteriormente, en 1517, Bernardino apela al rey Carlos V, para continuar con nuevas reformas, mal vistas de nuevo por la Villa de Valladolid y es en 1520 cuando llega el palacio-fortaleza a su máximo esplendor.
En años posteriores fue gobernador de la villa, al menos durante unas décadas.
La finca fue permutada por el Prado El Cocero y los nuevos propietarios construyeron viviendas en el terreno.
La estructura del palacio correspondía al típico palacio renacentista de planta rectangular con cuatro torres angulares circulares defensivas y patio interior.
Disponía de varios silos subterráneos, pozo y aljibe.