Palacio de los Beteta

En 1603 el palacio sufrió un incendio, aunque la torre siguió estando habitada siendo la última propietaria noble que la habitó la III Duquesa de Fernán Nuñez, María del Pilar Ossorio y Gutiérrez de los Ríos, quien lo vendió en 1855.

Está levantada sobre una planta rectangular cuadrada, de mampostería, con piedra sillar en las esquinas, puertas y ventanas, y artesonado en los techos de algunas habitaciones del interior.

En el incendio de 1603 quedó únicamente habitable la torre por sus gruesos muros y el cuerpo trasero del palacio que presenta huecos recercados con columnillas y bocel liso.

El palacio contaba con un perímetro casi amurallado con muros de piedra almenada que se extendía en toda la manzana hasta la actual calle los Beteta y del que se conservan diversos tramos y un arco de acceso.

También desaparecerá la cerca original que rodeaba la casa fuerte, y de la que quedan importantes restos, trasladándose el arco almenado de la calle Betetas para embutirlo en la fachada del nuevo edificio en el mismo emplazamiento.