Nobleza que consiguieron cuando, en 1905, el rey Alfonso XIII otorgó a D. Juan Pérez Sanmillán el título de Marqués de Benicarló, por la relación familiar que tenía el mentado personaje con esta población castellonense, vía materna, al ser los Miquel una familia principal de esta población.
El inicio de una construcción con pretensiones coincidió prácticamente con la concesión del ducado y, sin duda, fue voluntariamente perseguido un marcado carácter representativo.
Este criterio explica su ubicación urbana y sus espectaculares dimensiones, hoy principalmente observables en su fachada y en la insinuación que en ésta tuvieron las estancias de su planta noble.
Y se mantuvo a lo largo del tiempo, aunque tempranamente languideciendo tras la muerte de los dos primeros duques.
En definitiva, su análisis permite entender su devenir entre unas aspiraciones grandilocuentes y un olvido inicuo, hasta su definitiva recuperación y puesta en valor, a finales del siglo XIX y principios del XX, a cargo exclusivo del patrimonio familiar de los Marqueses de Benicarló.