El palacio de Teodorico en Rávena (Italia) fue uno de los varios palacios que Teodorico el Grande (454-526), rey de los ostrogodos, construyó en distintos lugares de su reino en Italia (al menos otro en Monza y un palacio destinado a la caza en Galeata); aunque dado que Rávena fue su capital y principal residencia de su corte regia, que pretendía emular a la de los emperadores romanos (Roma había quedado relegada a corte papal), fue este el palacio que más tiempo ocupó durante su reinado (desde que tomó la ciudad, en el año 493, hasta su muerte en 526), y el que más interés tuvo en enriquecer y convertir en una suntuosa residencia.
[1] Como capilla palatina ―consagrada en el año 505 a la advocación de Cristo Salvador y para culto arriano―, se construyó la actual basílica de San Apolinar el Nuevo.
En la zona central, destaca un hastial (no un frontón clásico), que incluye un dintel donde está escrita la palabra Palativm.
[3] Tal texto parece indicar que, aunque Teodorico lo completó, no fue él quien encargó inicialmente su construcción.
[4] Casiodoro, en su Orationum Reliquiae describe cómo «la superficie de los mármoles reluce con el mismo color que las gemas, el oro brilla por todas partes... mosaicos delinean las filigranas de piedras; todo el conjunto está adornado con reflejos de mármol que dejan ver pinturas a la encáustica».