Palacio Madama

La forma de este edificio aún se reconoce claramente en la parte posterior del palacio.

En 1637 la regente del duque Carlos Manuel II, Cristina de Francia, lo eligió como residencia personal.

Encargó que se cubriera el patio y una renovación de los apartamentos interiores.

Más tarde se dieron varios usos al palacio, y albergó los cuarteles del gobierno provisional francés durante las guerras napoleónicas.

La restauración de los Saboya, en Turín y el Piamonte, dio nueva vida al palacio: fue sede del Mando Militar, y luego se convirtió en observatorio astronómico en el año 1822, y durante gran parte del siglo pudo observarse, sobre la techumbre del edificio, una curiosa cupulilla para las observaciones científicas: posteriormente fue trasladada a la colina.

Los tres huecos centrales están subrayados por un relieve más marcado ofrecido por las columnas unidas a la fachada, que se reproduce al interior para permitir un amplio espacio central interior de cristal, como una logia vidriosa.

Su prominencia queda enfatizada por los altos pedestales sobre los que se erigen, tallados con trofeos de armas en relieve.

Parte posterior, que aún muestra el aspecto de un castillo del siglo XV .
Apoyos de piedra sobre pases de ladrillo destacan del estrato romano excavado.
La imponente escalinata proyectada por Felipe Juvara.
Monumento de desafío a las tropas sardas erigido por los exiliados milaneses durante la visita triunfal a Milán del emperador austriaco Francisco José (15 de enero de 1857) ante el Palacio Madama.
Foto de 1865 que muestra, sobre el techo, el pequeño observatorio de los Saboya.