[2][3][4][5] Para conseguir que el calmado del tráfico sea efectivo son necesarios tres enfoques: el propio diseño urbanístico, la educación comunitaria y la vigilancia de su cumplimiento.
De la misma manera, calzadas estrechas y trayectos sinuosos promueven velocidades más bajas.
[7] Por otro lado, el comportamiento en la elección del medio de transporte se basa en la demanda inducida.
Es decir, un diseño urbano en el que la mayor parte del espacio público se dedica a los automóviles y existen numerosos aparcamientos en origen y destino promoverá el uso del vehículo privado.
[8] Además, estas medidas no se basan en la idea de criminalizar a los conductores, sino en el hecho de que se producen errores con consecuencias potencialmente mortales.