Iglesias ortodoxas orientales
Al igual que las diversas Iglesias bizantinas, tienen un marcado carácter étnico.En tanto constituyen una de las instituciones religiosas más antiguas del mundo, las iglesias ortodoxas orientales han desempeñado un papel destacado en la historia y la cultura de Armenia, Egipto, Eritrea, Etiopía, Sudán y algunas partes de Asia occidental y la India.La mayoría de los cristianos ortodoxos orientales viven en Egipto, Etiopía, Eritrea, India, Siria, Turquía y Armenia, con comunidades siríacas más pequeñas que viven en Asia occidental, que disminuyen debido a la persecución.También hay muchos en otras partes del mundo, formadas a través de la diáspora, conversiones y actividad misionera.[16] Con el tiempo, las dos comuniones desarrollaron instituciones separadas, y los ortodoxos orientales no participaron en ninguno de los concilios ecuménicos posteriores.[17] Las distintas iglesias son gobernadas por santos sínodos, con un obispo primus inter pares que actúa como primado.Algunas iglesias ortodoxas orientales, como la copta ortodoxa, la ortodoxa etíope y la ortodoxa eritrea, hacen más énfasis en las enseñanzas del Antiguo Testamento que las que se pueden encontrar en otras denominaciones cristianas, y sus fieles se adhieren a ciertas prácticas: siguen reglas dietéticas similares a las del Kashrut judío,[18] exigen que sus miembros masculinos se sometan a la circuncisión[19] y observan la purificación ritual.[20][21] El cisma entre la ortodoxia oriental y los seguidores del cristianismo calcedoniano se basó en las diferencias en la cristología.El Primer Concilio de Nicea, en el año 325, declaró que Jesucristo es Dios, es decir, " consustancial" con el Padre.Así, el Concilio de Éfeso rechazó explícitamente el nestorianismo, la doctrina cristológica de que Cristo era dos personas distintas, una divina (el Logos) y otra humana (Jesús), que casualmente habitaban el mismo cuerpo.En ocasiones, los cristianos calcedonianos se han referido a los ortodoxos orientales como monofisitas, es decir, acusándolos de seguir las enseñanzas de Eutiques (c. 380 - c. 456), quien sostenía que Jesucristo no era humano en absoluto, sino sólo divino.