Juan Loman y Bueno, quien sería el primer director de la orquesta.
En mayo de 1929, una partida presupuestal fue destinada a la naciente orquesta con el compromiso de que se presentará en los actos organizados por el Departamento Universitario y se estrenará una obra del repertorio sinfónico por lo menos una vez al mes.
La obra fue encomendada al arquitecto Enrique Murillo, quien en colaboración con el experto en acústica Alejandro Luna, diseñaron un recinto en el que la música pudiese ser interpretada de manera efectiva y sin esfuerzo para los músicos.
Incluso el muro escultórico, diseñado por el maestro Hiroyuki Okumura, tuvo que ser evaluado acústicamente y recibió normas, como la profundidad máxima y mínima del bajo relieve, en sus diferentes alturas respecto al plafond.
Los equipos enfriadores fueron fabricados en Canadá con la tecnología de punta que requieren estos espacios.