[4] Durante su juventud, Hitler se interesó mucho por la mitología, especialmente la germana y teutónica, lo que se refleja en el interés que tenía por la historia hindú de la raza aria, y su posterior elección de la esvástica para el Partido Nazi.
Durante su régimen político, Hitler mantuvo una posición pública de reconocimiento oficial a la Iglesia católica; sin embargo, Allan Bullock afirmó que personalmente se había vuelto hostil a sus enseñanzas.
[24][25][26][27][28] Evans cita a Hitler afirmando que eventualmente "el Nacional Socialismo y la religión no podrían ser capaces de coexistir juntos".
[29][30] En su libro, Hitler hizo mención constante a Karl Lueger, que era líder del Partido Socialcristiano en Austria, una organización pseudoreligiosa con tendencias políticas de tintes sectarios y antisemitas.
[32] Pronto se comenzó con una secta religiosa que planteaba una doctrina política:[33] nombrada por Alfred Rosenberg como Deutsche Christen o positives Christentum, un movimiento que purgaba al cristianismo de sus elementos judeocristianos de la historia, y, en su lugar, los infundía con la filosofía nazi.
[34][35] Irónicamente, sus proponentes principales (Rosenberg, Himmler, Goebbels y Bormann) eran bastantes conocidos por su rotundo odio al cristianismo, además de su antisemitismo.
En la opinión de John S. Conway, este supuesto cristianismo nazi "fue eviscerado de todos los dogmas ortodoxos más esenciales", dejando sólo "la más vaga impresión combinada con prejuicios contra los judíos" que pocos reconocerían como "verdadero cristianismo".
[38] En sus últimos años Hitler llegó a despreciar al cristianismo por su origen judío y porque lo consideraba el padre del comunismo.
[40] El historiador Robert Soucy afirmó que Hitler creía personalmente que las creencias judeocristianas y las ideas nazis eran incompatibles, y estaba dispuesto a reemplazar al cristianismo con una "forma racista de paganismo de guerra"[cita requerida].
[41][42] Otros autores afirman que, desde joven, Hitler fue particularmente influido por las ideas antirreligiosas de su compatriota Friedrich Nietzsche.
[49] Múltiples registros de sus citas confirman y niegan que rechazara la idea del Dios judeocristiano.
Sin embargo, Wilhelm Marr, con su ensayo sobre La victoria del judaísmo frente al germanismo: desde un punto de vista confesional, insistía en que la oposición que Hitler proponía contra el judío era en una base racial, y no realmente religiosa.
Por otro lado, varios historiadores con un marcado sentimiento antinazi que han escrito sobre Hitler, como Joachim Fest, Ian Kershaw y Alan Bullock, concuerdan en que, además de su odio hacia el judaísmo, Hitler también tenía un notado sentimiento anticristiano, afirmaciones que se contradicen con las declaraciones al respecto del propio Hitler tanto en su libro Mi lucha como en numerosos discursos.