A partir del ataque al Sheffield ubicar y eliminar los Exocet se convirtió en una prioridad tan alta para el Almirantazgo británico que justificaba cualquier clase de sacrificio.
Ya días antes había llegado a Chile el capitán identificado después como Andrew H. bajo la cobertura diplomática de asistente del agregado militar, para realizar un reconocimiento preliminar de las rutas, la frontera y planear cómo se abastecerían.
Ronald Reagan había advertido a Margaret Thatcher que una operación así en territorio continental argentino podía involucrar en la guerra a otros países del TIAR, como Perú y Venezuela, pero el gobierno británico optó por ignorar esa consideración y las objeciones de sus propias unidades de comandos.
El helicóptero fue abandonado y destruido por sus ocupantes, quienes se entregaron a las autoridades chilenas y luego retornaron al Reino Unido en un vuelo regular de Santiago de Chile a Londres.
El helicóptero británico fue detectado por tres radares argentinos en la isla Grande de Tierra del Fuego.
Luego de que los misiles hundieran el Atlantic Conveyor con 20 helicópteros a bordo, una nueva misión fue planeada, esta vez se utilizaría el HMS Onyx para infiltrar 24 comandos SAS en Tierra del Fuego mediante botes inflables Gemini.
Desde el lado argentino se sostuvo que ese helicóptero había provenido de Chile.
El general chileno Fernando Matthei confirmó en una entrevista concedida al Centro de Investigación y documentación de la Universidad Finis Terrae en 1999 que durante toda la guerra existió una constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido.
Poco antes, Margaret Thatcher también lo haría público para defender a Pinochet durante su detención en el Reino Unido.