Cuando se hacía pública, la respuesta oficial podía variar desde la inacción hasta suspensión en el ejercicio de los cargos ligados al sacramento del orden.
[4] En el pasado era costumbre que los individuos (pertenecieran al clero o no) mantuvieran en secreto su orientación y actividad sexual.
[1] Esto ha precipitado crisis en diversas denominaciones cristianas, dando como resultado construcciones divergentes de las doctrinas éticas cristianas, que a su vez están asociadas con la interpretación de la Biblia (exégesis y hermenéutica).
Sin embargo, la naturaleza controvertida del tema en muchas iglesias ha supuesto que dichas revelaciones aparezcan normalmente como resultado de un escándalo público.
No obstante una mayor apertura en la sociedad occidental hacia la homosexualidad, una encuesta en el 2006 en Estados Unidos encontró que entre parroquianos que asisten regularmente a misa aún prevalece una fuerte oposición a la idea de curas y obispos gais.
Por ejemplo, el obispo episcopaliano Otis Charles salió del armario cuando se retiró.
[3] La Iglesia católica establece como obligatorio el celibato sacerdotal, que exige independientemente de la orientación sexual, que el candidato a consagrarse clero renuncie a toda actividad marital, por lo que la actuación de la Iglesia al descubrir relaciones homosexuales en sacerdotes y obispos es la misma como si estas relaciones hubieran sido heterosexuales, apartando al mismo del ministerio activo (secularización).
Su biógrafo, John Cooney, informó que muchos de los entrevistados daban por hecho su homosexualidad.
Oficialmente, el Papa aceptó la carta de dimisión escrita por Groër en su 75 cumpleaños, como lo hace todo obispo católico al llegar a esa edad.
[22] En 2009 la Iglesia Católica de Brasil afirmó que los sacerdotes pueden ser abiertamente homosexuales siempre y cuando respeten el celibato, lo cual fue aprobado en su cuadragésima séptima Asamblea General.
[23] La iglesia de Suecia permite que tanto gais, como lesbianas formen parte del clero.