[1] Los obeliscos se han identificado, en la microbiota del tracto gastrointestinal humano, a partir de datos transcriptómicos.
Estos genomas mínimos que afectan a eucariotas como plantas y hongos, definen los límites biológicos para la transferencia de material genético.
[2] Su relación actual con otros organismos es desconocida, por lo que presenta una incertae sedis taxonómica.
Análisis bioinformáticos posteriores permitieron su descubrimiento en bacterias (Streptococcus sanguinis) que colonizan la boca de los seres humanos.
Su reciente identificación y su tamaño pequeño ha dificultado considerarlos como una forma de vida 'estándar'.