Su formación académica se truncó debido a sus diversos viajes, aunque sí que estudió música con profesores particulares.
[3] En México conoció, tras casarse en 1943 con el médico Carlos Parés y a través de este, a León Felipe y otros poetas españoles exiliados en México, como Juan Rejano o Luis Cernuda.
[3] Recibió, además, numerosas críticas positivas, como las de Salvador Reyes Novares, José Emilio Pacheco o Ernestina de Champourcín, que comentó: «Canto llano no es tan sencillo ni tan… llano como supone su autora».
Parés se adentró entonces en el mundo de la traducción: aparecieron Tres poetas persas (1964), Rainer Maria Rilke (1964) y François Villon.
En esta obra recogía su obra anterior y añadía nueve poemas inéditos, "Ocho poemas de sombra y un colofón de luz": los primeros están escritos bajo el desánimo por la muerte de su marido, Carlos Parés, mientras que el noveno y último, que da nombre a la obra, es un retorno a la esperanza.
En ellas se muestra su posicionamiento poético y estético:Yo creo que la poesía moderna ha equivocado su íntima razón de ser.
En realidad aquélla debe ser un diálogo con el hombre que vive y se mueve a nuestro alrededor.
Esto supone para el lector un esfuerzo abrumador, que excepcionalmente puede ser compensado como un hallazgo valioso [...].
Suyos son, por ejemplo, estos conocidos versos sobre el exilio: Anda por todas partes.
¡Que nombre tan bonito para ir por el mundo a la deriva como un barco de velas desplegadas, como una extraña carabela antigua!