Nicolás Videla del Pino

[1]​ Se destacó por lograr ejercer su cargo sin dejarse controlar por el poderoso gobernador Bernardo de Velasco.

Incluso aprobó —no la sancionó personalmente— la excomunión que lanzara el arzobispo de Charcas sobre todos los patriotas.

[5]​ Permaneció en arresto domiciliario en la capital durante algunos meses, mientras comenzaba un juicio en su contra bajo la acusación de alta traición, que fue quedando en el olvido.

La discusión sobre si debía o no volver a ocupar su puesto ocupó varios años: la Asamblea del año XIII, de mayoritaria inspiración masónica, le negó esa posibilidad y tampoco se preocupó por conseguirle un reemplazante.

[5]​ El Congreso de Tucumán le permitió volver a Salta, pero no le permitió ejercer su autoridad eclesiástica, ni siquiera celebrar misa o predicar.

Y el de Salta, Videla del Pino, nunca se reintegró a su diócesis.