Un año después consta que tenía fijada su residencia junto con su esposa Juana Martínez en la calle de los Cardiles, en una casa propiedad del cabildo, en la que según la visita que se le hizo en 1461 el pintor había ejecutado importantes obras de ampliación.
También característicos son los vivos colores que animan las tablas, tratándose según Sánchez Cantón del primer pintor en manejar la técnica de pintura al óleo en Castilla, tras el paso por ella de Jan van Eyck,[2] aunque en rigor se trata de una pintura al temple con veladuras al óleo.
[4] En 1452 el cabildo catedralicio le encomendó la pintura a los pies del templo de un mural del Juicio Final, destruido a comienzos del siglo XIX a causa de los desnudos que contenía.
[5] En su preparación viajó a Salamanca para estudiar el fresco del Juicio pintado pocos años antes por Nicolás Florentino en la Catedral Vieja.
Adquirido por el Estado entre 1930 y 1932, el retablo, pintado quizá para un desconocido convento franciscano, está formado por nueve tablas grandes distribuidas en tres calles y tres cuerpos, con la Virgen y el Niño entronizada entre ángeles en la tabla central, escenas de la vida de san Francisco de Asís a la izquierda y de la Virgen a la derecha, el Calvario en el ático y dieciséis pequeñas tablas en el banco con apóstoles y profetas entremezclados en un «doble evangelio».