Esta nueva ocupación no le hizo abandonar la pintura, que continuó practicando en su Cocentaina natal, a la que siguió vinculado intermitentemente y donde dejó diversas obras en la iglesia de Santa María, el palacio condal y el convento franciscano de San Sebastián.Trabajando en este monasterio se sintió atraído por la vida monástica y, a los 45 años, solicitó su ingresó en la Orden de San Jerónimo.De los retablos citados por las fuentes literarias, se han perdido los dedicados a San Lorenzo y la Magdalena, así como las pinturas al fresco localizadas en distintos puntos del monasterio.Únicamente se conserva en su lugar La Santa Cena, grisalla pintada al temple que presidía uno de los refectorios del monasterio, habiéndose perdido otra pintura de igual asunto localizada en el segundo.Debido a ello, y a las numerosas concesiones que Borrás había hecho al monasterio, en 1601 la comunidad acordó celebrar cincuenta misas todos los años por su alma e incluirlo en la lista de los benefactores del monasterio.
Retablo de ánimas
(1574).
Concatedral de San Nicolás de Bari
, Alicante. Centrado en el tema de la
Misa de San Gregorio
y el Juicio Final según un modelo muy común en la pintura valenciana hasta la Contrarreforma.