El noble le pidió que cantase delante de un diplomático inglés en representación del flamenco.
Abandonó su profesión de molinero por el cante y con 20 años se marcha a Sevilla donde escuchó por primera vez a Antonio Chacón en El Café del Burrero.
Muchas cartas reflejan su pena por no poder pasar más tiempo con su familia y luchó porque sus hijos tuvieran la educación que a él le faltó.
Fernando el de Triana lo cita como discípulo de Antonio Chacón, interpretando todos los estilos del jerezano, algo que ha generado muchas controversias entre los estudiosos, ya que ambos eran coetáneos.
Es padre de un estilo propio muy valiente que se sigue interpretando con frecuencia en nuestros días.