Iván Pávlov

[1]​ Comenzó a estudiar teología, pero la dejó para empezar medicina y química en la Universidad de San Petersburgo, en donde Vladímir Béjterev fue su principal maestro.

La técnica de Pávlov se basaba en introducir un tubo metálico por una pequeña incisura.

[4]​ Pávlov es conocido sobre todo por formular la ley del reflejo condicional que, por un error en la traducción de su obra al idioma inglés, fue llamada «reflejo condicionado», la cual desarrolló a partir de 1901 con su asistente Iván Filíppovich Tolochínov, al tiempo que en EE. UU.

Realizó el conocido experimento consistente en hacer sonar un metrónomo (a 100 golpes por minuto, aunque popularmente se cree que empleó una campana) justo antes de dar alimento en polvo a un perro, llegando a la conclusión de que, cuando el perro tenía hambre, comenzaba a salivar nada más al oír el sonido del metrónomo (aparato que en ocasiones usan los músicos para marcar el ritmo).

Tolochinov, que llamó al fenómeno «reflejo a distancia», comunicó los primeros resultados en el Congreso de Ciencias Naturales en Helsinki en 1903.

[5]​ Posteriormente ese mismo año, Pávlov realizó una exposición detallada de los resultados en el 14.º Congreso Médico Internacional en Madrid, donde leyó su trabajo bajo el título The Experimental Psychology and Psychopathology of Animals.

[6]​ La Guerra civil rusa y la llegada de los bolcheviques no influyeron en sus investigaciones.

Antes de empezar el experimento, Pávlov midió las reacciones de salivación a la comida en el hocico, que fue considerable, mientras que salivó muy poco sometido al estímulo del sonido.

Repitió la relación entre este par de estímulos muchas veces durante varias semanas, siempre cuando el perro estaba hambriento.

Después, transcurridos varios días, hizo sonar solamente el metrónomo y la respuesta salival apareció al oírse el sonido, a pesar de que no se presentó la comida.

Este estímulo condicional (sonido), funciona para el sujeto con esa historia como una señal que avisa que el estímulo incondicional (comida), está a punto de aparecer.

Finalmente, se llamó refuerzo al fortalecimiento de la asociación entre un estímulo incondicional con el condicional.

En este las sustituciones a partir de los estímulos parecen ser infinitas y, sin embargo, altamente ordenadas (lógicas).

Fuera de Rusia, Watson incorporó a su propia obra la terminología y conceptos pavlovianos.

Mostró asimismo que no todas las relaciones entre estímulos generaban nuevas respuestas, pues en caso de reflejos, como el rotuliano (estirar la pierna ante un ligero golpe en cierta región de la rodilla), no se aprendía a responder ante los estímulos que «anunciaban» el golpe (Millenson, 1974).

Es decir, los perros brincaban, aullaban, se tensaban, etc., ante elipses, pero salivaban ante círculos, si en su historia, cada uno de esos estímulos se presentaba consistentemente como «anuncio» de los estímulos incondicionales correspondientes (choques eléctricos ante las elipses y comida ante los círculos) (Millenson, 1974).

Por otra parte, dicho comportamiento se aminoraba cuando los perros eran trasladados a ambientes muy diferentes al del sótano.

Empezó dejando a los perros en un ambiente bastante diferente al del sótano y, cuando los perros se comportaron de manera «normal», comenzó a sustituir de manera cuidadosa y gradual distintos estímulos del nuevo ambiente (desvanecimiento por sustracción) por otros que habían estado presentes en el sótano (desvanecimiento por adición).

Pávlov también notó que podía inducir comportamientos «neuróticos» al presentar discriminaciones muy difíciles.

Pávlov de esta manera inauguró lo que se puede considerar la modificación experimental del comportamiento en Rusia.

El primer hogar de Pávlov en Riazán (2012).
Uno de los perros de Pávlov, en el Museo Pávlov (Riazán), 2005.
Iván Pávlov.
Iván Pávlov, retrato obra de Iliá Repin (1924).