La neuroergonomía, por el contrario, se basa en explicaciones y métodos biológicos para mejorar el rendimiento.
Para cumplir con estos objetivos, la neuroergonomía combina dos disciplinas - la neurociencia, el estudio de la función cerebral y los factores humanos.
La primera manera es para mostrar procesos metabólicos cerebrales asociadas con la actividad neuronal con el uso de una resonancia magnética funcional (fMRI) y la sonografía Doppler transcraneal (TCD).
Una resonancia magnética funcional permite a los investigadores localizar la actividad neuronal en el cerebro.
[2] La segunda forma en que se utiliza la neuroimagen, es identificando el momento del procesamiento neural, con el uso de electroencefalografía (EEG) y potenciales relacionados con eventos (ERPs).
En comparación con el 100% del control humano y automatización estática, los participantes mostraron una mayor confianza y seguridad en sí mismo, así como una menor carga de trabajo percibida, al utilizar la automatización adaptativa.
[5] En la automatización adaptativa, conseguir que la máquina razone con precisión la forma de responder a los cambios y llevar al máximo el rendimiento es el mayor desafío.