Se trata de una lápida conmemorativa en la que se menciona (por primera y única vez en todos los restos encontrados en Hispania) el coste de un arco (40.000 sestercios), podríamos traducir el texto por: .
Se cree que esta inscripción debía estar situada en el entablamento de un arco a la altura del friso.
El retablo posee un gran valor, tanto pictórico como simbólico, la leyenda se explica con varios pasajes que encierran el simbolismo del bien y del mal, de lo religioso y la profano.
El estado, deteriorado, en que se encontraba la pintura, tras unas pequeñas reparaciones que se realizaron años atrás, ha devuelto el esplendor y colorido a la obra casi como recién salida de las manos del pintor.
Se encuentran enmarcados en paneles o individualmente los azulejos valencianos en azul cobalto, los azulejos renacentistas de origen Sevillano y Toledano, los barrocos floreados, la iconografía religiosa y los del siglo XIX.
Estas piezas fueron adquiridas por el museo mediante donaciones de particulares y también compradas por Vicente Maiques.
Hay recipientes variados de cerámica turolense decorada en verde y manganeso.
La cerámica de reflejos metálicos o loza dorada se expone también en esta sala y hay una muestra de los siglos XV, XVI y XVII, es una cerámica valiosa debido a la dificultad que implica su proceso decorativo pasando varias veces por el horno.
A veces junto con estos o por separado hay motivos geométricos, retículas, bandas, filetes, radios, puntos, orlas esquemáticas, cadenetas, etc.