[1][2] La intervención del General Narváez permitió que los carlistas se alejaran de la zona, los cuales, pese a estar por los alrededores de la zona no consiguieron volver a invadir la población.
Así nos encontramos por ejemplo que existían en el cerco amurallado trincheras, como la que tenía una puerta que cerraba la calle Mayor, o la que se apoyaba a ambos lados en las casas del pueblo (en esta caso concreto propiedad de Justo Martínez y Joaquín Miravete), y además existían zonas aspilleradas hasta la calle de San Roque o de la Venta que estaba cerrada mediante una barricada que presentaba banquete de fábrica de piedra seca.
[3] Se piensa que algunas casas, que daban al campo, tapiaban las puertas de los patios traseros para evitar el acceso al interior que podía dar paso a la parte del pueblo protegida por las casas utilizadas como muralla.
[1][3] De esta forma la muralla recorría la parte habitada del pueblo teniendo calles que se cerraban como la calle del Romano, donde una trinchera que comenzaba en el corral del vecino Ramón Piquer a otro corral, cerraba el paso, al igual que lo hacía la trinchera que hacía esquina entre el corral anterior y la calle de la Huerta, la cual se cerraba en la casa que en aquella época pertenecía al vecino de Soneja llamado Miguel Martínez.
[1][3] Actualmente nada más se pueden encontrar restos de este recinto que se construyó entre 1839 y 1840, con fábrica de tapial, y en el que todavía se distinguen algunas de sus aspilleras.