Durante el siglo V tuvo una evolución muy considerable llegando a su máxima grandiosidad.
Cuando en el siglo IV se estabilizó la religión cristiana comenzó el verdadero reinado de los mosaicos que salieron a la luz fuera de las catacumbas y se esparcieron libremente en especial en las basílicas.
Rávena llegó a ser el punto de encuentro entre Oriente y Occidente donde el mundo del mosaico se manifestó ampliamente con las características bizantinas.
En el año 378 el obispo Urso mandó construir una iglesia catedral llamada Basílica Ursiana o Ursina cuyo ábside se decoró con mosaicos.
El edificio fue demolido en el siglo XVIII por el arzobispo Maffeo Nicholas Doubleday pero se conserva el baptisterio ortodoxo que formaba parte de la basílica, también decorado con mosaicos que datan de finales del siglo V cuando fue consagrado por el obispo Neon.
[5] y[6] A partir de esta obra musiva Rávena mantuvo una cierta rivalidad con Roma.