Moral victoriana

Estos valores se originaron en la moral victoriana, creando un cambio general en el Imperio Británico.

El término victoriano ha adquirido numerosas connotaciones, entre ellas la de un modelo moral especialmente estricto, a menudo hipócrita, que se desprende de la imagen que se atribuye a la reina Victoria y su consorte, el príncipe Alberto.

[2]​ Doscientos años antes, el movimiento puritano, liderado por Oliver Cromwell, había derrocado la monarquía británica, imponiendo un estricto código moral que entre otras cosas, abolió la Navidad por ser demasiado indulgente con los placeres mundanos.

Por ejemplo, su tío Jorge IV se consideraba un vividor, y su conducta desordenada causó gran escándalo.

Los historiadores Peter Gay y Michael Mason señalan que, por ignorancia, la sociedad moderna confunde con frecuencia la etiqueta victoriana.

No obstante, la sociedad victoriana reconocía que tanto hombres como mujeres disfrutaban de la copulación.

La erótica victoriana también sobrevive en cartas privadas archivadas en museos e incluso en un estudio de los orgasmos femeninos.

Los británicos habían fundado Sierra Leona, una colonia real en África Occidental, y allí trasladaban a los esclavos liberados.

Los grupos disidentes estaban en contra de la forma en que la Iglesia anglicana utilizaba su poder.

Su teoría de la evolución, basada en pruebas empíricas cuestionó las creencias cristianas y los valores victorianos.

Por ejemplo, la idea del hombre hecho a sí mismo[11]​ se convirtió en una común aspiración de la clase media.

La clase alta (élite) valoraba la historia, el patrimonio, el linaje y la continuidad de su línea familiar.

No obstante, cuando la crisis financiera amenazó su posición, se adaptaron y abrieron sus filas a las clases medias más adineradas, permitiéndoles comprar un lugar entre ellos.

Victoria, monarca británica de 1837 a 1901