El evento recibió una amplia cobertura mediática y se convirtió en un acontecimiento de relevancia nacional.
El diseño del grupo escultórico está cargado de simbolismo.
La bandera nacional se ciñe al uniforme de Velarde, ofreciéndole protección, mientras que Daoiz, moribundo, resbala sobre un cañón.
La figura femenina de España mantiene su dignidad frente a la adversidad, pero su impotencia se refleja en su mirada triste y desviada.
La frontalidad de las figuras principales y la visión limitada desde la parte trasera hacen que la composición sea menos eficaz desde ciertos ángulos.
Para compensar este efecto, Marinas, recurre a la rueda del cañón.
Tal como el mismo artista lo explica en su artículo, su objetivo era crear un "conjunto bello y armónico", sin prescindir de aquellos elementos que pudieran impresionar y conmover profundamente al espectador.
El pedestal juega un papel fundamental en esta impresión de monumentalidad.
En el otro, se representa la derrota y muerte de los héroes, ilustrando la desesperada defensa del Parque.
Manuel Almira y Martín participó activamente en la preparación de la defensa del Parque.
Preparada para escribir los eventos con el estilete que sostiene en su mano derecha, Clío se apoya indolentemente en el libro de Tucídides, un constante acompañante que simboliza su conexión con la narración histórica.
Marinas ha reforzado esta idea al tratar su representación de Clío como una escultura clasicista, con una superficie limpia y un volumen rotundo.
Aunque se encuentra en el espacio del monumento, no comparte su misma atmósfera ni la nuestra.
Un aspecto destacado del monumento es la impresionante verja que rodea al grupo escultórico.
Las farolas en las esquinas, formadas en su parte baja por cañones, se enroscan con guirnaldas de laureles.
Marinas coloca a estas figuras emergiendo de una gran voluta, y les otorga como tocado dos rodetes más pequeños.
Un elemento especialmente destacado es la decorativa dragona situada en la cima de las farolas.