Hacia mediados del siglo XIX, la villa tenía contabilizada una población de 2224 habitantes.
En estas fiestas hay festejos taurinos y la pólvora acompaña muchos de sus actos principales.
Ese día se celebra la procesión del Santísimo Cristo del Calvario (declarada de interés turístico provincial) que consiste en el traslado de la imagen religiosa desde la ermita de San Sebastián hasta la iglesia se Santa María Magdalena.
Al llegar al arco de la villa (antigua puerta de la muralla del pueblo) se canta el himno del Santo Cristo.
A las 03:00 horas del día 14 empiezan los «correpiés» —que es como se conoce aquí a los cohetes borrachos o carretillas—, una tradición importada del Levante hace casi cien años y que sigue contando con una importante participación.