Esta restauración se hizo siguiendo los criterios de anastilosis, es decir, recuperando columnas desplomadas y reorganizándolas en distintos puntos con la ayuda de elementos dispersos y partes rotas.
Durante las obras pudieron reconocerse los mechinales empleados en origen para el apoyo de las vigas.
El aspecto actual del claustro se debe a dicha restauración.
Las malas relaciones con el obispado de Vich, los terremotos y la despoblación hicieron que entrara en decadencia.
Estaban decorados con pinturas murales, que aún se pueden ver algunos fragmentos en su lugar.
En el exterior los ábsides están decorados al estilo lombardo, con un friso de arcuaciones ciegas y lesenas.
Las columnas no descansan sobre un antepecho corrido (como en la mayoría de los claustros catalanes) sino sobre una plataforma que sobresale a poca altura sobre el suelo del patio.
Se accedía a la cilla por un vestíbulo especial abierto en la base de la torre campanario.
Existió una hospedería que no estuvo anexa a la distribución del claustro sino que se encuentra distante, en un edificio exento, un poco al norte de la iglesia.