[3] Paralelo al valle discurre la vieja calzada romana que llevaba a Jericó, el escenario de la parábola del buen samaritano según la Biblia (Lucas 10:29-37).
[5] A estos monjes se les comenzó a llamar eremitas (del término griego ἐρημίτης, o de ἔρημος, que significa “del desierto”), palabra de la que deriva la española “ermitaño”.
[3] Los ermitaños que vivían en las cuevas cercanas se solían reunir semanalmente en el monasterio para una misa y una comida comunal.
[3][5] San Jorge de Coziba fue encarcelado, pero sobrevivió y volvió a exiliarse en las cuevas cercanas al monasterio hasta su muerte en el año 620.
[5] Los cruzados realizaron diversos intentos de restauración en 1179 bajo los auspicios del emperador Manuel I Comneno, pero tras su expulsión el monasterio quedó prácticamente abandonado hasta finales del siglo XIX.
También se puede llegar por coche a través de la carretera principal (n.º 1); hay un aparcamiento especial para el monasterio, desde el que los visitantes deben bajar por un camino empinado durante unos quince minutos o alquilar un burro a los beduinos locales.