[1][2] El tratamiento es terminar el embarazo molar tan pronto se haya hecho el diagnóstico por razón al alto riesgo que le acompaña una aparición de una forma de cáncer llamado coriocarcinoma.
[3] Una mola se caracteriza por un producto de la concepción con tejido trofoblástico hiperplásico que rodea la placenta.
Una mola hidatiforme puede presentarse en dos formas básicas: completa—en el que el tejido embrionario anormal deriva solo del padre o solo de la madre —y parcial—en el que el tejido anormal proviene de ambos padres pero con incorrecta dotación genética—.
Otros factores de riesgo incluyen dietas bajas en proteínas, ácido fólico y caroteno.
En el ultrasonido, el útero parece tener un racimo de uvas, ya que así luce el embrión al anidarse.
El embarazo molar se trata mediante la evacuación del contenido uterino, ya sea mediante succión o dilatación y raspado, lo cual debe hacerse lo más pronto posible tras el diagnóstico, para evitar que se presente un coriocarcinoma.
Las mujeres son advertidas de que deben evitar un nuevo embarazo entre 6 a 12 meses.
Se recomienda tomar medidas contraceptivas altas para prevenir un nuevo embarazo al menos por 6 a 12 meses.
La placenta se adhiere tan profundamente a la pared uterina que puede provocar graves hemorragias y otros cuadros severos.
Por este motivo, un rayo X de la cavidad abdominal y toráxica completa es a menudo requerido.
Pese a que estos factores indican un pronóstico sombrío, los tratamientos pueden ofrecer un control prematuro de la enfermedad.
Para esas mujeres cuyas molas han hecho metástasis, y cuya remisión se mantiene entre el 75 a 85%, estas pacientes por lo general pierden su capacidad de procrear, ya sea por la extirpación del útero o la incapacidad de este para retener el embarazo.